desde causas «violentas» a un paro cardíaco

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Clara Rodríguez Miguélez

VALLADOLID
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El domingo por la mañana, el pueblo de Traspinedo se congregó en su Plaza Mayor. Esther López de la Rosa llevaba apenas 24 horas muerta para ellos, aunque hubiese tardado 24 días en aparecer. Los guardias civiles aún vigilaban que nadie pasara por el tramo de carretera junto al que se avistó el
cuerpo el día anterior, así que en el camino alternativo para llegar al pueblo desde Valladolid se podía ver una estela de polvo blanquecino. Por él pasaba un convoy de coches casi constante. La investigación, aún abierta, envuelta en el secreto de sumario y con muchas incógnitas, continuó de forma paralela al duelo, a falta de los resultados de la autopsia o de arrestos, sin nuevas declaraciones oficiales por parte del operativo.

Sí que habló la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell. En concreto, anunció en un tuit que la muerte de la mujer de 35 años fue «violenta». «Quiero expresar mis condolencias y apoyo a su familia y personas queridas, y pedir respeto para ellas y para la investigación», añadió en el propio mensaje, en su cuenta personal de la red social. «Debemos evitar
elucubraciones y reacciones que pueden causar más daño», matizó.

En esa línea, el líder del PSOE en Castilla y León,
Luis Tudanca

, que estuvo entre los políticos que trasladaron sus condolencias en público, pasó a identificar la muerte con un «asesinato machista» y aseguró que no existirá una sociedad «plenamente libre, mientras haya una mujer con miedo». El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se declaró «conmovido» en el mismo acto electoral en León y apuntó que el feminismo no es «confrontación y ruptura», sino «igualdad» y «una causa de los derechos humanos», según citó que había descrito el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Aseguró que se está trabajando para que la muerte «no quede impune» y los autores «acaben donde tienen que acabar», recoge Ical.

Sin embargo, la fallecida podría también haber aparecido sin «signos externos de violencia» y en cambio, «con el abrigo y con toda la ropa puesta», según informa El Norte de Castilla. Este diario publicó que no se descartaban hipótesis como las de una caída accidental, una desorientación o un paro cardíaco, ya que «la tierra de alrededor del cuerpo no presentaba huellas de batida», si bien «todo el entorno ha sido rastreado a conciencia».

En relación con esa última idea, fuentes de la Delegación del Gobierno reiteraron este domingo que el lugar en el que estaba el cadáver se hallaba «dentro del radio» de las batidas y el operativo de búsqueda, que se amplió tanto al norte como al sur del Duero a medida que pasaban los días. Cabe recordar que el emplazamiento en el que la localizó un paseante está a unos 800 metros del cruce en el que se le perdió la pista, y por eso ya el sábado el coronel Miguel Recio admitió que era «muy poco probable, aunque no imposible» que no se hubiese detectado a la difunta de haber permanecido allí desde un inicio.

Sin detenciones en este momento, a lo largo de las indagaciones ha habido un único detenido, ahora en libertad provisional, además de varios interrogados, entre los que se identificó al menos a un investigado más.

«Incertidumbre y tristeza»

Mientras, de vuelta en el casco viejo, fueron centenares los asistentes a los cinco minutos de silencio en señal de respeto hacia Esther, así como al aplauso multitudinario de respaldo a la familia, parte del sencillo acto programado después de que un pleno extraordinario decretara tres días de luto oficial. Después de más de tres semanas de búsqueda, la ilusión cada vez más remota de encontrarla con vida se había disipado. «La noticia se supo enseguida», asegura una de las vecinas, «pero hasta entonces, siempre había quedado una pequeña esperanza», reconoció.

A mediodía, el Ayuntamiento había prendido un crespón en el cartel con su rostro, y el ramo de rosas que se puso el día anterior inició un pequeño altar conmemorativo con velas. «El ambiente es de incertidumbre, de tristeza general», comentó al terminar una de las concejalas. Los vecinos, impactados por el desarrollo de los acontecimientos, optaron en su mayoría por acompañar a los allegados en silencio.

«Vienes a lo que se puede, a estar ahí», resume Juanjo. Nacido en el municipio, se mudó al pueblo ‘hermano’, de Santibáñez cuando se casó con su mujer Rosa. Como muchos padres y madres, empatiza especialmente con el de Esther. No deja de pensar que ellos tienen dos hijas de edades similares. «Me pongo en su lugar y se me hace un nudo en la garganta, admite.

Además, el alcalde, Javier Fernández, volvió a llamar a la calma ante el temor de que alguien quiera «tomarse la justicia por su mano». «El clima en el pueblo no es violento, pero hay vecinos yendo a declarar», recordó. «Es importante que nadie se adelante, aún no sabemos si hay culpable y quién es», indicó en declaraciones a ABC.

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